En un contexto en el que el cambio climático se ha convertido en el tema candente del debate global, un estudio reciente nos invita a replantear nuestras ideas sobre uno de los procesos más fundamentales del planeta: la evaporación oceánica (Eo). Tradicionalmente considerada como la principal fuente de vapor de agua atmosférico y, por ende, de las precipitaciones, la evaporación sobre los océanos representa aproximadamente el 85% de la evaporación global. Sin embargo, las últimas investigaciones basadas en observaciones satelitales revelan un escenario más complejo y sorprendente.
La física detrás del ciclo hidrológico es tan antigua como las leyes de la termodinámica. La Ley de Dalton, establecida en el siglo XIX, nos enseña que la evaporación en aguas abiertas depende principalmente de dos factores: el diferencial de presión de vapor entre la superficie del agua y el aire, y la tasa de difusión de las moléculas de agua, esta última fuertemente influenciada por el viento. En un clima más cálido, se esperaría que el incremento de la temperatura de la superficie del mar acelerara la evaporación debido a mayores contrastes de humedad. Además, con el calentamiento global, la atmósfera tiene una mayor capacidad de retener humedad, lo que explica el aumento en las precipitaciones que han sido documentadas en varias investigaciones recientes.
No obstante, la historia de la evaporación oceánica resulta ser más matizada. Mientras que durante las primeras décadas del periodo estudiado (1988-2007) se observó un marcado aumento de Eo –lo que parece confirmar la intensificación del ciclo hidrológico–, a fines de la década de 2000 se detectó una reversión en esta tendencia. De hecho, entre 2008 y 2017, dos tercios de la superficie oceánica evidenciaron una disminución en la evaporación, lo que se traduce en una leve tendencia decreciente a nivel global.
La clave para entender esta reversión radica en el análisis de la dinámica del viento. Aunque las temperaturas superficiales del mar continúan en ascenso, las mediciones han mostrado que la velocidad del viento, un factor crucial para la difusión de moléculas de agua, experimentó un notable enfriamiento en la última década. Este “aquietamiento del viento” parece estar vinculado a cambios en los patrones climáticos, en particular a la transición del Índice de Oscilación del Norte (NOI) de fases positivas a negativas.
El NOI refleja la diferencia en las anomalías de presión entre dos regiones clave: el Anticiclón del Pacífico Norte y áreas cercanas a Darwin, Australia. Una fase negativa del NOI se asocia a presiones menos intensas y a condiciones que favorecen un debilitamiento de los vientos alisios, esenciales para la evaporación. Estos hallazgos subrayan que, incluso cuando las superficies oceánicas se mantienen saturadas de agua, un clima más cálido no implica automáticamente una mayor evaporación. La interacción entre temperatura y viento, además de otros factores, se convierte en un determinante fundamental en el comportamiento del ciclo hidrológico.
Uno de los grandes desafíos para estudiar la evaporación oceánica es la dificultad de obtener mediciones directas en el vasto y dinámico entorno marino. Las mediciones in situ, realizadas con boyas y otros instrumentos flotantes, han sido limitadas por cuestiones técnicas y logísticas. Es aquí donde la teledetección satelital cobra especial relevancia, proporcionando datos de alta resolución y cobertura global.
En el estudio en cuestión, se utilizaron estimaciones basadas en satélites de última generación, comparándolas con observaciones directas para validar su precisión. Este enfoque híbrido permitió capturar las tendencias a largo plazo de la evaporación, resaltando la transición de un aumento sostenido a una leve disminución en la última década. Sin embargo, el análisis también puso de manifiesto ciertas discrepancias entre distintos productos satelitales. Por ejemplo, el producto HOAPS mostró una disminución mucho más pronunciada en la evaporación global tras 2008 en comparación con otros conjuntos de datos, lo que se atribuye a problemas específicos relacionados con la instrumentación y la metodología de fusión de datos.
A pesar de estas diferencias, el consenso general es que la reversión en la tendencia de Eₒ es un fenómeno robusto, independientemente del conjunto de datos utilizado. Este resultado invita a la comunidad científica a seguir perfeccionando las técnicas de medición y a integrar nuevos instrumentos, como sensores instalados en plataformas no tripuladas, que prometen aportar información aún más precisa sobre los procesos de intercambio aire-mar.
La nueva perspectiva sobre la evaporación oceánica tiene profundas implicaciones para nuestro entendimiento del ciclo hidrológico y sus efectos en el clima global. En primer lugar, la reducción de Eₒ puede afectar el patrón espacial de la salinidad en la superficie del océano. Tradicionalmente se ha aceptado el paradigma de “lo salado se vuelve más salado”, pero la disminución reciente en la evaporación en regiones como el Pacífico Sur y el Atlántico Sur sugiere que estos patrones podrían cambiar en escalas de tiempo más cortas.
Además, el debate sobre si la intensificación del ciclo hidrológico sigue la relación Clausius-Clapeyron –que establece un aumento en la capacidad de la atmósfera para retener vapor de agua conforme se eleva la temperatura– se complica con estos nuevos hallazgos. Si bien es innegable que las precipitaciones han aumentado, la desaceleración o incluso el retroceso de la evaporación oceánica pone de relieve que el sistema es mucho más complejo y que los efectos del calentamiento global pueden manifestarse de formas inesperadas y heterogéneas a nivel regional.
Otro aspecto relevante es la influencia de la variabilidad climática interna. Los índices que describen la oscilación interdecadal, como el propio NOI y otros relacionados con la dinámica del Pacífico, indican que los patrones de viento y, por ende, la evaporación, podrían seguir experimentando cambios cíclicos. Esto sugiere que la actual tendencia a la disminución podría ser temporal, abriendo la posibilidad de un eventual repunte en la velocidad del viento y en la evaporación global en las próximas décadas.
La investigación sobre la evaporación oceánica es un recordatorio de la complejidad inherente a los sistemas climáticos. Mientras que las temperaturas globales siguen en ascenso y la atmósfera se carga de humedad, la interacción con dinámicas atmosféricas y oceánicas, como la velocidad del viento, puede modificar de forma sustancial los resultados que esperaríamos a partir de un análisis puramente termodinámico.
Este estudio no solo aporta datos cruciales sobre las variaciones interdecenales en la evaporación oceánica, sino que también destaca la necesidad de enfoques multidisciplinarios para comprender el ciclo hidrológico en su totalidad. A medida que se desarrollen nuevas tecnologías y se afinen las metodologías de medición, estaremos mejor equipados para predecir y mitigar los efectos del cambio climático sobre los recursos hídricos y, en última instancia, sobre la vida en nuestro planeta.
La lección que deja este análisis es clara: en el mundo complejo y entrelazado de la climatología, los resultados pueden desafiar nuestras expectativas. Un aumento en la temperatura no garantiza una mayor evaporación si otros factores, como la dinámica del viento, intervienen de forma determinante. Este conocimiento es esencial para la formulación de políticas ambientales y para la adaptación a los desafíos que plantea un clima en constante transformación.
Con cada nuevo estudio, nos acercamos a una comprensión más integral de cómo el planeta responde a las presiones antropogénicas, subrayando la importancia de la observación continua y el análisis riguroso en un momento en que el futuro climático de la Tierra pende de un hilo. La evaporación oceánica, en su complejidad y vitalidad, sigue siendo una pieza clave en el rompecabezas del cambio climático, y sus variaciones nos cuentan una historia que merece ser escuchada y comprendida.
Temas relacionados
ClimaReferencia: Ma, N., Zhang, Y., & Yang, Y. (2025). Recent decline in global ocean evaporation due to wind stilling. Geophysical Research Letters, 52(4). https://doi.org/10.1029/2024gl114256