Los pulpos, miembros del orden Octopoda, son criaturas fascinantes que han capturado la imaginación humana durante siglos. Conocidos por su inteligencia y comportamientos solitarios, estos invertebrados marinos presentan un enigma evolutivo: ¿pueden compartir mecanismos de sociabilidad con especies tan distintas como los humanos? Un reciente estudio ha revelado que la neurotransmisión serotoninérgica, crucial en los comportamientos sociales de los vertebrados, también podría desempeñar un papel similar en los pulpos. Este hallazgo destaca una inesperada conservación evolutiva que podría redefinir nuestra comprensión de la sociabilidad animal.
La serotonina, una molécula evolutivamente antigua, está implicada en la regulación de comportamientos sociales tanto en invertebrados como en vertebrados. Desde abejas y hormigas hasta peces y primates, la sociabilidad parece ser un fenómeno universal mediado por sistemas de neurotransmisión similares. Aunque los pulpos son predominantemente solitarios, estudios etológicos han mostrado que los comportamientos agonísticos se suspenden durante el apareamiento, lo que sugiere la existencia de mecanismos neuronales latentes para la sociabilidad.
Un aspecto innovador de este estudio es la investigación del efecto del MDMA (comúnmente conocido como “extasis”) en los comportamientos sociales de Octopus bimaculoides. Este compuesto, conocido por sus propiedades prosociales en humanos, también indujo un aumento de comportamientos de acercamiento social en los pulpos. Este hallazgo es especialmente relevante porque indica que el transportador de serotonina (SERT), el sitio de acción del MDMA, está evolutivamente conservado en estas criaturas marinas.
El análisis filogenético del gen SLC6A4, que codifica el transportador de serotonina, reveló altos niveles de conservación entre los pulpos y otras especies bilaterales, incluidos los humanos. Sin embargo, este gen está ausente en insectos himenópteros eusociales como las abejas y hormigas, lo que plantea preguntas intrigantes sobre las distintas vías evolutivas hacia la sociabilidad. La presencia de SLC6A4 en los pulpos sugiere que su sistema nervioso centralizado podría haber retenido funciones sociales latentes a lo largo de su evolución.
Los experimentos mostraron que, bajo la influencia del MDMA, los pulpos se volvieron más propensos a interactuar con otros congéneres, independientemente de su género. Este comportamiento contrasta con su naturaleza normalmente asocial, destacando la capacidad latente para la sociabilidad. Curiosamente, los pulpos exhibieron una mayor preferencia por interactuar con hembras que con machos, un hallazgo que podría reflejar adaptaciones específicas de laboratorio o comportamientos naturales poco documentados.
Este trabajo abre nuevas puertas para el uso de pulpos como organismos modelo en investigaciones traslacionales. La posibilidad de inducir comportamientos sociales manipulando la señalización serotoninérgica podría tener aplicaciones en estudios de neurociencia, farmacología y evolución del comportamiento. Además, el desarrollo de protocolos experimentales para administrar fármacos en pulpos establece una infraestructura valiosa para investigaciones futuras.
Este estudio nos recuerda que, a pesar de las vastas diferencias anatómicas y evolutivas entre los humanos y los pulpos, compartimos una historia común inscrita en nuestros genes y neurotransmisores. La sociabilidad, lejos de ser una exclusividad de los vertebrados, podría estar codificada en los mecanismos más profundos de la vida animal, conectándonos de maneras que apenas comenzamos a comprender.
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HistoriaReferencia: Edsinger, E., & Dölen, G. (2018). A conserved role for serotonergic neurotransmission in mediating social behavior in octopus. Current Biology: CB, 28(19), 3136-3142.e4. https://doi.org/10.1016/j.cub.2018.07.061