La irrupción de la inteligencia artificial generativa (GenAI) en los entornos laborales está transformando radicalmente la manera en que trabajamos, pensamos y tomamos decisiones. Si bien estas herramientas prometen eficiencia, productividad y creatividad sin precedentes, también plantean interrogantes cruciales: ¿Estamos perdiendo la capacidad de pensar críticamente al delegar tareas intelectuales a la IA? ¿Qué ocurre con el juicio, la reflexión y la evaluación cuando confiamos en máquinas para resolver problemas complejos?
Un estudio reciente, basado en encuestas a 319 trabajadores del conocimiento y el análisis de 936 ejemplos reales de uso de GenAI, arroja nueva luz sobre esta cuestión. Sus hallazgos ofrecen una visión matizada de cómo estas herramientas están remodelando no solo nuestras tareas, sino también nuestras habilidades cognitivas más profundas.
Desde Sócrates hasta la revolución digital, la historia está llena de advertencias sobre cómo cada nueva tecnología podría “atrofiar” nuestras capacidades mentales. GenAI —herramientas basadas en modelos generativos de aprendizaje profundo, como ChatGPT o DALL·E— no es la excepción. A diferencia de tecnologías anteriores, sin embargo, GenAI no se limita a ejecutar comandos: propone ideas, toma decisiones, escribe, corrige y argumenta.
Esto convierte a GenAI en un colaborador activo en tareas que históricamente requerían pensamiento crítico: establecer objetivos, analizar información, tomar decisiones bajo incertidumbre y reflexionar sobre el propio proceso de trabajo. Por eso, comprender cómo influye en estas habilidades no es un ejercicio académico, sino una necesidad urgente para el diseño ético y eficaz de herramientas tecnológicas.
El estudio revela que los trabajadores del conocimiento no abandonan por completo el pensamiento crítico al usar GenAI. De hecho, lo ponen en práctica principalmente con un objetivo claro: garantizar la calidad del trabajo. Esto se manifiesta en la verificación de la información generada, la reformulación de las indicaciones dadas a la IA y la evaluación de los resultados con base en estándares profesionales.
Los participantes mencionan como principales motivadores para ejercer el pensamiento crítico:
No obstante, este proceso se ve afectado por una serie de barreras: presión de tiempo, falta de conocimientos para refinar los resultados de la IA y, sobre todo, una excesiva confianza en la herramienta. Cuando se percibe que la tarea es rutinaria o poco importante, es más probable que el pensamiento crítico quede relegado.
Uno de los hallazgos más potentes del estudio es la correlación entre la confianza en GenAI y la reducción del pensamiento crítico. Cuanto más confían los usuarios en la herramienta, menos esfuerzo cognitivo aplican a la tarea. En cambio, quienes tienen mayor autoconfianza tienden a participar activamente en el proceso crítico, incluso si eso implica más trabajo.
Esto sugiere una tensión importante: la confianza en la IA puede ser beneficiosa para la eficiencia, pero riesgosa para la formación y mantenimiento del juicio crítico. Por otro lado, fomentar la autoconfianza (es decir, la percepción de competencia del propio usuario) parece ser clave para preservar la reflexión y la agencia intelectual.
El estudio documenta tres transformaciones en la forma en que los trabajadores del conocimiento aplican el pensamiento crítico:
En conjunto, estas tendencias configuran una forma distinta de pensamiento crítico, más orientada al juicio sobre lo generado que a la generación misma.
A la luz de estos resultados, el estudio propone varias líneas de acción para diseñadores de tecnología:
En lugar de alarmarnos ante el posible debilitamiento del pensamiento crítico, esta investigación nos ofrece una invitación a rediseñar nuestra relación con la tecnología. GenAI no tiene por qué reemplazar nuestras habilidades cognitivas; puede ser una herramienta que las potencie, si somos capaces de mantenernos alerta, críticos y reflexivos ante su uso.
La clave no está en apagar la IA, sino en encender nuestra conciencia sobre cómo la usamos. Si logramos integrar estas herramientas en un marco de aprendizaje, autorregulación y responsabilidad, no solo mantendremos vivo el pensamiento crítico: lo llevaremos a un nuevo nivel.
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TecnologíaReferencia: Lee, H.-P. (hank), Sarkar, A., Tankelevitch, L., Drosos, I., Rintel, S., Banks, R., & Wilson, N. (2025). The impact of generative AI on critical thinking: Self-reported reductions in cognitive effort and confidence effects from a survey of knowledge workers. Proceedings of the 2025 CHI Conference on Human Factors in Computing Systems, 1–22.