La huella oculta del trauma: epigenética y violencia


Idlib
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Ahmed Akacha

En un mundo marcado por conflictos y desplazamientos, la violencia de guerra no solo deja cicatrices visibles en las personas, sino que también puede grabar huellas en el propio ADN. Un estudio innovador ha arrojado luz sobre cómo el trauma materno puede alterar la metilación del ADN, un mecanismo epigenético que modula la expresión génica, y transmitir estas alteraciones a través de generaciones. Esta investigación, pionera en su enfoque intergeneracional, se centra en familias de refugiados sirios y explora la relación entre la violencia –sea directa, prenatal o en la línea germinal– y cambios en el epigenoma humano.

La idea de que el ambiente puede “programar” al feto para responder a futuros desafíos no es nueva. La hipótesis de los Orígenes del Desarrollo de la Salud y la Enfermedad (DOHaD) ya había planteado que las adversidades tempranas, como la desnutrición o la exposición a toxinas, pueden aumentar el riesgo de enfermedades en la adultez. Sin embargo, este estudio se adentra en un terreno aún menos explorado: la posibilidad de que el trauma psicosocial y la violencia se graben en el ADN mediante modificaciones epigenéticas y se transmitan a generaciones posteriores.

La metilación del ADN es uno de los procesos epigenéticos más estudiados. Al añadir grupos metilo a sitios específicos del ADN, especialmente en regiones CpG, se puede modificar la expresión de genes sin alterar la secuencia genética. Este mecanismo permite que el organismo responda de forma rápida a cambios en el ambiente, pero también podría dejar una “memoria” de experiencias traumáticas que se hereda, afectando la salud tanto de los recién nacidos como de adultos.

El grupo de investigadores se centró en familias de refugiados sirios, comparando tres tipos de exposición a la violencia relacionada con la guerra:

  1. Exposición germinal: cuando la abuela embarazada vivió el trauma.
  2. Exposición prenatal: la violencia experimentada por la madre durante el embarazo.
  3. Exposición directa: vivida por las personas que estuvieron directamente en el frente de conflicto.

Para minimizar el impacto en poblaciones vulnerables, se recolectaron muestras bucales, lo que permitió identificar firmas epigenéticas en el ADN. El estudio incluyó datos de 48 familias (131 participantes), abarcando a madres y entre uno y dos niños por familia. Mediante un análisis de asociación de todo el epigenoma (EWAS), se identificaron:

  • 14 regiones metiladas diferencialmente (DMP) asociadas a la línea germinal.
  • 21 DMP relacionadas con la exposición directa a la violencia.

Un hallazgo sorprendente fue que la mayoría de estas regiones mostraron una dirección de cambio similar en los tres niveles de exposición (germinal, prenatal y directa), lo que sugiere que el cuerpo humano podría estar respondiendo de forma uniforme a la violencia a través de diferentes etapas del desarrollo.

Además de las diferencias en la metilación, los investigadores descubrieron una aceleración de la edad epigenética en niños expuestos prenatalmente a la violencia. La edad epigenética es un indicador que se basa en patrones de metilación y puede reflejar un envejecimiento biológico más rápido que el cronológico. Este hallazgo resalta la vulnerabilidad del período intrauterino y plantea la posibilidad de que el estrés y la violencia puedan precipitar el deterioro biológico desde muy temprana edad.

La relevancia de estos hallazgos va más allá del laboratorio. La existencia de una firma epigenética intergeneracional del trauma podría explicar, en parte, la persistencia de problemas de salud en poblaciones afectadas por conflictos y violencia. Si las marcas epigenéticas inducidas por la violencia predisponen a las personas a enfermedades crónicas –como diabetes o problemas cardiovasculares–, se abre la puerta a intervenciones preventivas y personalizadas.

Asimismo, comprender que los efectos del trauma pueden transmitirse a través de generaciones pone en perspectiva la magnitud de la crisis de refugiados. Según datos de 2022, el mundo cuenta con más de 108 millones de personas desplazadas por la fuerza. Este estudio no solo destaca la urgencia de abordar las consecuencias inmediatas de la violencia, sino también la necesidad de políticas públicas que consideren los efectos a largo plazo en la salud y el bienestar de las futuras generaciones.

Como en toda investigación pionera, existen limitaciones. El estudio se basó en muestras bucales en lugar de sangre, lo que puede influir en los resultados debido a las diferencias en la metilación entre tejidos. Además, el tamaño muestral fue relativamente pequeño, una limitación común en investigaciones con poblaciones de refugiados, donde la accesibilidad y la sensibilidad del contexto dificultan la recolección de datos.

Otra cuestión a considerar es que, aunque la metilación del ADN es uno de los principales mecanismos epigenéticos, existen otras modificaciones –como las modificaciones de histonas o la acción de ARN no codificantes– que también podrían participar en la transmisión del trauma. La complejidad del epigenoma humano requiere que futuros estudios amplíen el espectro de análisis para confirmar y profundizar en estos hallazgos.

El estudio representa un avance significativo en la comprensión de cómo las experiencias traumáticas pueden “escribir” su huella en el genoma humano y transmitirse a través de generaciones. Esta investigación no solo aporta nuevos conocimientos científicos sobre la biología del trauma, sino que también tiene profundas implicaciones sociales y políticas. La evidencia de una firma epigenética intergeneracional de violencia podría transformar el enfoque en la prevención y tratamiento de problemas de salud en poblaciones vulnerables, así como reforzar la necesidad de políticas integrales que aborden los ciclos de violencia, abuso y pobreza.

La comunidad científica se enfrenta ahora al reto de validar causalmente estos mecanismos y ampliar los estudios a otras poblaciones y contextos culturales. Además, la investigación epigenética abre la posibilidad de desarrollar biomarcadores que identifiquen a individuos en riesgo, permitiendo intervenciones tempranas y personalizadas que contrarresten el impacto de experiencias traumáticas.

En un mundo cada vez más interconectado, donde las crisis humanitarias y los conflictos continúan dejando su marca en millones de vidas, estudios como este son cruciales para entender la dimensión oculta del trauma. La resiliencia de las poblaciones desplazadas, sumada a la comprensión de cómo se hereda la experiencia del dolor, nos ofrece una oportunidad para transformar el sufrimiento en conocimiento y, finalmente, en políticas que promuevan una sociedad más justa y saludable para las generaciones venideras.


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Salud

Referencia: Mulligan, C. J., Quinn, E. B., Hamadmad, D., Dutton, C. L., Nevell, L., Binder, A. M., Panter-Brick, C., & Dajani, R. (2025). Epigenetic signatures of intergenerational exposure to violence in three generations of Syrian refugees. Scientific Reports, 15(1), 5945. https://doi.org/10.1038/s41598-025-89818-z

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