La contaminación plástica oceánica ya no es solo un problema de botellas flotando o microplásticos suspendidos. Un nuevo estudio publicado en Nature revela que existe una fracción aún más pequeña y preocupante: los nanoplásticos, partículas de menos de un micrómetro, presentes en toda la columna de agua del Atlántico Norte y en concentraciones mucho mayores de lo que se pensaba. Según la investigación, estas diminutas partículas podrían representar la mayor parte de la masa total de plásticos marinos, lo que obliga a replantear la magnitud del problema y las estrategias para enfrentarlo.
Durante años, la atención científica y mediática se ha centrado en macroplásticos y microplásticos, partículas suficientemente grandes como para ser detectadas a simple vista o con microscopio básico. Sin embargo, las partículas nanométricas —más de mil veces más pequeñas que un grano de arena— tienen la capacidad de atravesar membranas celulares, interactuar químicamente con rapidez y acumularse en la cadena trófica.
El estudio, liderado por Sophie ten Hietbrink (Stockholm University) y Dušan Materić (Utrecht University), plantea una pregunta central: ¿cuánto nanoplástico hay en el océano abierto y cómo se distribuye? La respuesta revela un panorama inquietante.
Para responder, los investigadores recorrieron 12 estaciones oceanográficas desde el giro subtropical hasta la plataforma europea, recolectando muestras en tres profundidades clave: la capa superficial o mixta (~10 m), la intermedia (~1 000 m) y las aguas profundas (30 m sobre el fondo). Usaron filtración avanzada y técnicas de huella química para identificar y cuantificar tres polímeros comunes: PET, PS y PVC.
Además, realizaron controles rigurosos y análisis estadísticos para estimar posibles sesgos por materia orgánica o contaminación de laboratorio, con márgenes de error controlados. Aunque el método excluye partículas mayores a 1 μm y algunos agregados, la cobertura y la resolución química marcan un hito en la detección de nanoplásticos.
Los datos muestran que los nanoplásticos son ubicuos. Las concentraciones en la capa mixta alcanzan en promedio 18,1 ± 2,1 mg·m⁻³, valores 1,4 veces superiores a los de la capa intermedia. Las aguas cercanas a la costa europea presentan niveles aún más altos, superando en un 50 % las concentraciones del océano abierto. Incluso en aguas profundas se detectaron cantidades significativas, con predominio de PET.
La extrapolación de estos datos sugiere que solo en la capa mixta del Atlántico temperado-subtropical podría haber 27 millones de toneladas de nanoplásticos. Esta cifra supera las estimaciones previas de toda la masa de macro y microplásticos combinados en la región. En otras palabras, la “fracción invisible” podría ser la mayor contribuyente al presupuesto plástico marino.
Las consecuencias de estos hallazgos son profundas. Desde el punto de vista de la gobernanza ambiental, los inventarios globales de contaminación plástica y las políticas de mitigación deberán ajustarse para incluir los nanoplásticos. Esto significa no solo reforzar la reducción de plásticos de un solo uso y la limpieza costera, sino también investigar y regular las emisiones industriales y los procesos que fragmentan plásticos hasta la escala nanométrica.
En términos de salud ambiental y humana, estas partículas tienen el potencial de ingresar a organismos marinos y, por bioacumulación, llegar a los humanos a través del consumo de pescado o mariscos. También pueden incorporarse al ciclo atmosférico, aumentando las vías de exposición.
El equipo de investigación recomienda ampliar los programas de monitoreo para incluir nanoplásticos, mejorar las técnicas analíticas y estudiar los efectos ecotoxicológicos en condiciones reales del océano.
Este estudio redefine nuestra comprensión de la contaminación plástica. Lo que antes se pensaba como un problema mayoritariamente visible es, en realidad, un fenómeno dominado por partículas invisibles al ojo humano pero potencialmente más peligrosas por su tamaño y comportamiento en el medio marino.
La urgencia es clara: necesitamos tecnologías más sensibles, políticas más integrales y una mayor conciencia pública sobre esta fracción oculta de la crisis plástica. No basta con recoger botellas y redes: hay que entender y frenar el ciclo invisible que convierte esos objetos en millones de toneladas de partículas imposibles de ver, pero imposibles de ignorar.
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ContaminaciónReferencia: ten Hietbrink, S., Materić, D., Holzinger, R., Groeskamp, S., & Niemann, H. (2025). Nanoplastic concentrations across the North Atlantic. Nature, 643. https://doi.org/10.1038/s41586-025-09218-1