La relación entre la naturaleza y la salud humana sigue siendo un tema candente en la agenda pública y científica. Recientes investigaciones en Suiza abren una nueva ventana al examinar no solo la cantidad de árboles en los entornos urbanos, sino cómo la configuración espacial del dosel arbóreo influye en el riesgo de mortalidad. A través de un extenso estudio longitudinal a nivel nacional, los investigadores han descubierto que la forma en que se agrupan, conectan y fragmentan los árboles podría ser tan determinante para la salud como la simple presencia de áreas verdes.
Tradicionalmente, la exposición a espacios verdes se ha medido en términos de cantidad, utilizando indicadores como la cobertura vegetal o índices de vegetación. Sin embargo, este estudio suizo apuesta por ir más allá: se centra en la configuración del dosel arbóreo. La hipótesis planteada sugiere que no basta con tener más árboles, sino que la manera en que se organizan —su agregación, conectividad, fragmentación y la complejidad de sus formas— es fundamental para reducir la mortalidad por causas naturales y otras enfermedades comunes.
Entre 2010 y 2019 se analizaron datos de la Cohorte Nacional Suiza (SNC), abarcando a más de 6 millones de individuos. Los investigadores cuantificaron la cobertura y las métricas de configuración del dosel arbóreo a partir de datos de alta resolución (1 × 1 m) en un radio de 500 metros alrededor de las residencias. Utilizando modelos de regresión de Cox con variables dependientes del tiempo de exposición, se evaluaron asociaciones ajustando diversos factores sociodemográficos y contextuales, como la calidad del aire (PM10), temperatura, grado de urbanización, y otros indicadores socioeconómicos.
Esta aproximación permite detectar no solo la influencia aislada de la cobertura arbórea, sino también cómo la disposición espacial de los árboles puede interactuar con factores ambientales para modular riesgos de salud.
Los hallazgos resultaron asombrosos:
Estos resultados tienen importantes implicaciones para la planificación urbana. La evidencia sugiere que los espacios verdes forestales bien estructurados, es decir, aquellos que cuentan con árboles agrupados y conectados con formas geométricas simples, podrían ofrecer beneficios de salud sustanciales. En contraposición, la fragmentación de áreas verdes y la presencia de formas irregulares podrían limitar la capacidad de estos espacios para mitigar la contaminación, reducir temperaturas o fomentar la actividad física.
Ante estos hallazgos, se plantean estrategias concretas para transformar el paisaje urbano:
Como toda investigación, este estudio cuenta con limitaciones que deben ser consideradas al interpretar sus hallazgos:
A pesar de estas limitaciones, la robustez del diseño longitudinal y la magnitud del tamaño muestral (más de 6 millones de individuos) otorgan solidez a las conclusiones obtenidas.
La investigación se inscribe en un contexto en el que la exposición a la naturaleza ha sido sistemáticamente relacionada con mejoras en la salud pública. Sin embargo, la mayoría de estudios anteriores se han centrado únicamente en la cantidad de vegetación. La innovación de esta investigación reside en explorar cómo la forma y organización de los espacios verdes puede ser determinante para optimizar los servicios ecosistémicos, desde la regulación térmica y la purificación del aire hasta la promoción de la actividad física y la cohesión social.
La evidencia previa, aunque limitada y en gran parte basada en estudios transversales o en poblaciones de menor tamaño, ya apuntaba a asociaciones beneficiosas de áreas verdes bien estructuradas. Este estudio, con su alcance nacional y enfoque longitudinal, refuerza y amplía este conocimiento, ofreciendo directrices claras para la planificación de ciudades más saludables.
Los hallazgos de esta investigación suiza ofrecen una hoja de ruta para la transformación de las ciudades modernas. La evidencia apunta a que no es suficiente contar con más árboles, sino que es crucial considerar cómo se organizan en el paisaje urbano. Un dosel arbóreo agrupado, conectado y con formas simples podría representar un elemento clave en la reducción de la mortalidad por causas naturales y mejorar la calidad de vida en entornos urbanos.
Para los responsables políticos y urbanistas, la invitación es clara: integrar estrategias de reurbanización que optimicen la estructura de los espacios verdes, con intervenciones como la creación de corredores ecológicos y el rediseño de áreas verdes, puede traducirse en beneficios tangibles para la salud pública. En un contexto de crecientes desafíos ambientales y urbanización acelerada, repensar la planificación de los espacios verdes se presenta no solo como una necesidad ecológica, sino como una inversión en la salud y el bienestar de la sociedad.
Esta investigación abre nuevas perspectivas y plantea preguntas importantes para futuros estudios, subrayando la necesidad de explorar más a fondo cómo la interacción entre la configuración de la vegetación y factores ambientales puede modelar el futuro de nuestras ciudades. Una planificación urbana inteligente, que tenga en cuenta la compleja relación entre los árboles y la salud, podría ser el camino hacia ciudades más resilientes y habitables para todos.
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SaludReferencia: Chi, D., Manoli, G., Lin, B., Aerts, R., Yang, J., Hahs, A., Richards, D., Meili, N., Zhu, Y., Qiu, Y., Wang, J., Burlando, P., Fatichi, S., & Tan, P. Y. (2025). Residential tree canopy configuration and mortality in 6 million Swiss adults: a longitudinal study. The Lancet. Planetary Health, 9(3), e186–e195. https://doi.org/10.1016/s2542-5196(25)00022-1