La arqueología nos invita a sumergirnos en los detalles de un pasado lejano y complejo, donde cada herramienta, cada marca y cada gesto nos cuenta la historia de la evolución humana. Un reciente estudio experimental y traceológico ha abierto una ventana única a la comprensión de las habilidades necesarias para utilizar las herramientas de percusión del Paleolítico Inferior. Más allá de la fabricación de herramientas, el uso de estas implementaciones—en concreto, las bolas de piedra moldeadas—revela una compleja interacción entre técnica, conocimiento corporal y cognitivo que ha sido hasta ahora poco explorada.
Durante años, la atención se centró en el proceso de fabricación de herramientas líticas, analizando las técnicas y destrezas de los talladores. Sin embargo, el uso de estas herramientas ha permanecido en gran medida en el anonimato. El estudio en cuestión se propone cambiar ese paradigma: a través de un enfoque traceológico-experimental, los investigadores han puesto a prueba cómo la habilidad o inexperiencia de un usuario se plasma en el desgaste de las herramientas y en el proceso de extracción de médula ósea.
Utilizando bolas de piedra moldeadas (conocidas como SSB) como instrumentos de percusión, el experimento comparó a participantes expertos y no expertos en la tarea de romper huesos. Este método no solo permitió documentar las variaciones en el desgaste de las herramientas, sino también en la forma en que los individuos manipulaban el hueso, el agarre empleado y la postura corporal durante la actividad.
Contrario a la creencia popular de que romper huesos es una actividad puramente intuitiva, los resultados del estudio demuestran que la tarea requiere una planificación meticulosa, un profundo conocimiento de la anatomía ósea y una habilidad refinada en el manejo de herramientas. Los participantes expertos mostraron, por ejemplo, un agarre más estable y una postura corporal controlada, lo que se tradujo en una menor cantidad de golpes necesarios para fracturar el hueso. En contraste, los usuarios inexpertos realizaban movimientos más erráticos, giraban constantemente la herramienta y aplicaban una fuerza menos controlada, lo que resultaba en rastros de desgaste más débiles y dispersos.
Este hallazgo subraya la importancia de la “inteligencia corporal” en actividades aparentemente simples. La correcta aplicación de fuerza—alta en el inicio para romper la estructura del hueso y más suave durante la extracción de la médula para evitar contaminaciones—es un claro indicador de que, incluso en actividades que pueden parecer instintivas, la técnica y la experiencia juegan un papel fundamental.
El análisis detallado de los rastros de desgaste en los SSB y en los huesos procesados permitió diferenciar de manera clara entre la destreza de los participantes. Los expertos, al tener un manejo más preciso, dejaron marcas concentradas y profundas, mientras que los inexpertos evidenciaron una distribución de desgaste más extensa y menos definida.
Entre los aspectos evaluados destacan:
Estos detalles revelan que la huella dejada en las herramientas y en los restos óseos es, en última instancia, un reflejo directo de la habilidad del usuario. En otras palabras, la variabilidad observada en el registro arqueológico puede interpretarse como una especie de “firma” de la experiencia y la pericia de quienes realizaron estas actividades en el pasado.
El estudio también invita a reflexionar sobre la relación entre el cuerpo, la herramienta y el pensamiento. Inspirado en las ideas de Ingold y otros teóricos, se resalta que el uso de una herramienta es un proceso holístico que integra la acción física con la cognición. La interacción entre el cerebro, el cuerpo y la herramienta no solo determina la eficacia en tareas como la extracción de médula, sino que también contribuye a la configuración de la identidad cultural y tecnológica de nuestros antepasados.
La premisa de que "el pensamiento se desarrolla a través de las manos y las herramientas" cobra vida en este análisis, donde la destreza manual y la precisión en la manipulación se reflejan de forma tangible en el registro material. Así, la diferenciación en los patrones de desgaste no es meramente un indicador funcional, sino también una pista sobre el desarrollo de habilidades cognitivas y la transmisión del conocimiento en comunidades prehistóricas.
Aunque el estudio se presenta como un trabajo preliminar y descriptivo, sus aportes son significativos. No solo ofrece una metodología innovadora para identificar la huella de la habilidad en el uso de herramientas, sino que también sienta las bases para futuras investigaciones en el campo de la arqueología experimental. La integración de datos traceológicos con observaciones etnográficas y experimentales promete desvelar, en mayor detalle, cómo se desarrolló y se transmitió el conocimiento técnico en el Paleolítico Inferior.
Además, al demostrar que aspectos como el manejo y el agarre de la herramienta pueden influir en la forma en que se fracturan los huesos y se extrae la médula, el estudio abre la puerta a nuevas interpretaciones del registro arqueológico. Los arqueólogos podrán, en el futuro, analizar de forma más precisa los patrones de desgaste en herramientas antiguas para inferir el nivel de habilidad de sus usuarios, lo que a su vez puede ofrecer claves sobre la organización social, la transmisión de conocimientos y la evolución cognitiva en nuestros ancestros.
La revelación de que la simple acción de romper huesos en el Paleolítico involucraba una compleja red de habilidades y conocimientos redefine nuestra comprensión de la tecnología prehistórica. Lejos de ser un acto meramente instintivo, la extracción de médula requería planificación, precisión y una íntima conexión entre el cuerpo y la herramienta. Los resultados del estudio no solo enriquecen el debate sobre la capacidad cognitiva de los homínidos, sino que también subrayan la importancia de considerar la habilidad del usuario al interpretar el registro material.
En definitiva, este trabajo nos recuerda que cada marca en una piedra o en un hueso procesado es testigo silencioso de un proceso de aprendizaje y de una tradición tecnológica que ha acompañado a la humanidad desde sus albores. Una invitación para que, al mirar hacia atrás, reconozcamos la complejidad y el ingenio de aquellos que, con sus manos y herramientas, forjaron el camino hacia el mundo moderno.
Temas relacionados
HistoriaReferencia: Assaf, E., Pérez, S. D., Bruner, E., Torres, C., Blasco, R., Rosell, J., & Preysler, J. B. (2025). The use of shaped stone balls to extract marrow: a matter of skill? Experimental- traceological approach. Archaeological and Anthropological Sciences, 17(1). https://doi.org/10.1007/s12520-024-02138-7