Agricultura tradicional frente al cambio climático en África subsahariana: lecciones para la resiliencia


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Maize farmers in Nigeria
Maize farmers in Nigeria
C. de Bode/CGIAR

Redacción HC

La creciente inestabilidad climática —sequías prolongadas, lluvias torrenciales y variabilidad interanual— amenaza la seguridad alimentaria de millones de pequeños agricultores en África subsahariana. En este escenario, las prácticas de agricultura tradicional no solo sostienen la producción de alimentos, sino que ofrecen valiosas lecciones de adaptación que pueden inspirar políticas de desarrollo rural en otras regiones del mundo.

Un estudio reciente publicado en Frontiers in Climate (Okoronkwo et al., 2024) explora cómo los agricultores del sudeste de Nigeria están respondiendo al cambio climático. Su análisis revela que, pese a la falta de infraestructura y financiamiento, las comunidades rurales han logrado desarrollar estrategias locales de resiliencia que se alinean con los principios de la agricultura climáticamente inteligente (CSA, por sus siglas en inglés), aunque muchas veces sin recibir este nombre ni apoyo institucional.

Estrategias de adaptación desde el conocimiento local

Los agricultores combinan saberes indígenas con técnicas tradicionales para proteger sus cultivos. Prácticas como la intersiembra, el uso de leguminosas fijadoras de nitrógeno y la rotación de cultivos contribuyen a mantener la fertilidad del suelo y reducir el uso intensivo de agroquímicos. Estas técnicas, valoradas por su eficacia en la mejora de la salud del suelo, obtuvieron puntuaciones promedio de 2.56 a 2.73 en la escala empleada por los investigadores.

Además, los productores ajustan sus calendarios de siembra y diversifican cultivos para reducir el riesgo ante la variabilidad climática. Este enfoque multifacético les permite amortiguar los efectos de las sequías y de las lluvias irregulares, fortaleciendo su resiliencia frente a eventos extremos.

Redes de información: la fuerza de la comunidad

El estudio revela que la información climática fluye principalmente a través de redes sociales locales. Un 76 % de los encuestados identifica las conversaciones cara a cara con vecinos como su principal fuente de datos sobre el clima; un 66,7 % confía en otros agricultores, y un 54,7 % recurre a la radio. Estos canales, profundamente arraigados en la vida cotidiana, resultan fundamentales para difundir buenas prácticas y alertas tempranas, compensando la escasez de servicios de extensión agraria.

La dependencia de medios tradicionales muestra que, para lograr una comunicación efectiva, las políticas públicas deben fortalecer las vías locales de transmisión de conocimiento en lugar de centrarse únicamente en tecnologías digitales.

Barreras estructurales que limitan el progreso

A pesar de la creatividad y la resiliencia de las comunidades, los agricultores enfrentan serias limitaciones. La infraestructura inadecuada —desde carreteras hasta sistemas de almacenamiento— obtuvo una media de valoración de 1.87, reflejando su impacto negativo en la capacidad de respuesta ante el cambio climático. La falta de crédito, la escasez de servicios de extensión y la carencia de laboratorios de análisis agronómico dificultan la adopción de tecnologías avanzadas y la consolidación de prácticas sostenibles.

Estas barreras subrayan que la resiliencia no depende únicamente de innovaciones técnicas, sino de condiciones sociales e institucionales que permitan escalar las soluciones locales.

Implicaciones para políticas y desarrollo rural

El estudio ofrece una hoja de ruta clara para los responsables de políticas públicas:

  1. Reconocimiento del conocimiento indígena: Integrar saberes locales como punto de partida para programas de adaptación climática.
  2. Inversión en comunicación y extensión agraria: Utilizar canales comunitarios, como la radio y los líderes locales, para difundir información climática.
  3. Acceso a crédito e infraestructura: Financiar sistemas de riego, almacenamiento y transporte que fortalezcan la capacidad de respuesta de los agricultores.
  4. Promoción de prácticas de manejo del suelo: Incentivar la rotación de cultivos y el uso de leguminosas para mejorar la fertilidad.

Estas recomendaciones no solo son relevantes para África subsahariana. En regiones andinas y amazónicas de América Latina, donde la agricultura familiar y el conocimiento indígena también sostienen la seguridad alimentaria, las lecciones del estudio nigeriano pueden inspirar políticas más inclusivas y sostenibles.

Una resiliencia que trasciende fronteras

La investigación demuestra que las comunidades rurales poseen una notable capacidad de adaptación basada en el conocimiento ancestral y la cooperación local. Sin embargo, su éxito depende de la creación de condiciones estructurales que faciliten el acceso a información, financiamiento e infraestructura. Reconocer y potenciar estas estrategias no es solo un acto de justicia social, sino un paso esencial para enfrentar los retos globales del cambio climático.

Llamado a la acción: Los responsables de políticas, investigadores y organizaciones de desarrollo deben mirar hacia estas prácticas locales y apoyarlas con inversiones en infraestructura y servicios de extensión, asegurando que la resiliencia agrícola se convierta en un pilar de la seguridad alimentaria mundial.


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Clima

Referencia: Okoronkwo, D. J., Ozioko, R. I., Ugwoke, R. U., Nwagbo, U. V., Nwobodo, C., Ugwu, C. H., Okoro, G. G., & Mbah, E. C. (2024). Climate smart agriculture? Adaptation strategies of traditional agriculture to climate change in sub-Saharan Africa. Frontiers in Climate. https://doi.org/10.3389/fclim.2024.1272320

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