Virginia Alvarado García es Bióloga tropical de la Universidad Nacional de Costa Rica y tiene una maestría en Manejo y Gestión de Cuencas Hidrográficas del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE) en Costa Rica. Ha trabajado desde el año 2010 en la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), y actualmente es investigadora en el Laboratorio de Vida Silvestre y Salud de la misma institución. Ha sido ponente en diversos eventos nacionales e internacionales sobre erosión y sedimentos, cuencas hidrográficas, ecología urbana y cambio climático. Además, es autora de varias publicaciones en temas relacionados con el control de la erosión, plantas nativas, conservación de suelos, rehabilitación ecológica y calidad del agua.
¿Cuál ha sido tu experiencia trabajando en ecosistemas urbanos?
Desde el 2014 y hasta el 2017 trabajé en un proyecto enfocado en la evaluación de la calidad del ecosistema urbano del río Torres, mediante índices biofísicos. Para ello se propuso el Índice de Calidad del Ecosistema Urbano del Río Torres (ICEURT), el cual se basó en una valoración del suelo, las aves y la vegetación. Por otro lado, se utilizó el Índice de Calidad del Agua (ICA-NSF) de la Fundación Nacional de Saneamiento (National Sanitation Foundation) para determinar la calidad del agua en los sitios de estudio.
El río Torres es uno de los ríos más degradados de San José, en Costa Rica; por lo que, la determinación de componentes esenciales y su estado, fue clave para la toma de decisiones enfocadas al mantenimiento de la funcionalidad y estructura del ecosistema acuático. El estudio también resaltó la importancia de continuar esta línea de investigación y realizar acciones de intervención, prevención y mitigación en éste y otros ríos urbanos.
¿Por qué te apasiona tanto el suelo?
Algunos creen que la biología se basa en la observación de fauna, trabajo de campo y análisis de muestras. Y sí, eso hacemos; sin embargo, no nos podemos limitar a estudiar un espécimen o un ciclo, debemos enfocarnos en cómo nuestra investigación trasciende y contribuye a solventar un problema específico.
Para muchos, el estudio del suelo es un tema de ingenierías (agronómica, forestal o civil), más que de biología; sin embargo, en estos años he podido generar información valiosa para su manejo y conservación. No se trata de competir, sino de unir conocimiento y esfuerzos para un bien común.
Desde que realicé mi tesis de Licenciatura descubrí mi pasión por el recurso suelo y, sobre todo, una perspectiva diferente sobre mi profesión. Cuánto más ahondaba en el tema, más me interesaba encontrar alternativas naturales y viables para su recuperación.
Y es que el suelo cumple un papel esencial en la provisión de alimentos y agua; en la regulación de inundaciones y sequías; interviene en ciclos como el carbono y el agua; recicla nutrientes; y es hábitat para la biodiversidad.
A pesar de eso, es un recurso invisibilizado y subvalorado; quizás por la falta de información que nos aleja de la verdadera realidad. Es ahí donde debemos enfatizar, en generar conocimiento que permita conocer, valorar y preservar este recurso de forma que se utilice sustentablemente.
Tus publicaciones se centran en el control de la erosión ¿Por qué te inclinaste por esa línea de investigación?
Anualmente, se pierden en el mundo hasta, 50000 km2 de suelo, aproximadamente la superficie de Costa Rica. Y cada 5 segundos se erosiona una superficie equivalente al tamaño de una cancha de fútbol.
La degradación del suelo es el deterioro de su calidad, implica una pérdida o disminución de sus servicios, y con esto, una reducción en su capacidad actual o futura para seguir desempeñando sus funciones. De hecho, el efecto más visible de degradación del suelo es la erosión, la cual se refiere a la pérdida absoluta de las capas superficiales del suelo.
Por esta razón y por todo lo que implica la pérdida de 1 cm de suelo; me incliné por estudiar este proceso, sus causas y efectos; pero, sobre todo, en cómo reducir la pérdida de sus capas más fértiles.
Hace unos meses publiqué el artículo titulado “Factores que inciden en la erosión hídrica” en el cual sostengo que el uso de tecnologías como los abonos orgánicos, los cultivos de cobertura, las barreras vivas, las cortinas rompevientos, la bioingeniería y la revegetación, son clave para una controlar el proceso erosivo y aumentar la productividad de las tierras.
¿Cuáles son los beneficios del empleo de la vegetación como elemento de ingeniería?
La bioingeniería se basa en la utilización de plantas como elementos de construcción, en combinación o no, con material inerte. La vegetación actúa como refuerzo, drenaje y barrera de sedimentos, por lo que permite la conservación del suelo a nivel superficial y subterráneo. Se ha comprobado que el establecimiento de coberturas vegetales ofrece una protección física al suelo, mejora la estabilidad edáfica y aumenta la resistencia hidráulica del terreno.
Las investigaciones que he realizado, resaltan la importancia del empleo de especies autóctonas como alternativa de manejo y rehabilitación de ecosistemas, por su valor ecológico y por su capacidad en la retención de sedimentos. Además, es importante considerar especies de raíces profundas, con follaje denso y una rápida propagación, ya que no todas logran adaptarse de igual manera a las condiciones de clima, suelo y topografía.
Finalmente, ¿podrías darnos un mensaje final?
Durante estos 10 años he intentado contagiar a la gente sobre la importancia que tiene el suelo y cómo, a través de las plantas nativas, se obtienen beneficios mayores que con otras prácticas de ingeniería. Soy consciente de que cada contexto es diferente y por eso, no hay una receta universal para el control de la erosión; sin embargo, las plantas son una alternativa excelente y deberían ser consideradas en todo momento.
Una de las cosas que he aprendido es que la reforestación no implica revegetar; tampoco es adecuado utilizar solo árboles y dejar de lado otros estratos. Siempre insisto en que un buen planeamiento inicial y sobre todo una selección minuciosa de las especies que se puedan emplear, son la clave para asegurar el éxito de un proyecto de rehabilitación de espacios degradados.
Mejorar el rendimiento de un cultivo, prevenir inundaciones en zonas urbanas, evitar el socavamiento de taludes en carretera, son solo algunos de los retos que tenemos en frente. Es un tema que requiere empatía y paciencia; pues cada sector considera alternativas de protección y conservación de suelos que quizás no sean las más adecuadas; muchas veces son más costosas y a largo plazo, son ineficientes. Lo único que verdaderamente asegura un buen funcionamiento del suelo es lo natural y por eso estoy convencida de que el uso de plantas es la práctica más viable para mitigar los procesos erosivos y el deterioro del suelo.