Nuevo mapeo satelital expone brecha del 75% en la vigilancia oceánica


Barco pesquero
Barco pesquero
Quetzal Hernandez

El océano, ese vasto y misterioso recurso que cubre más del 70% de nuestro planeta, es fundamental para la vida humana. Desde la alimentación hasta la energía y el comercio global, nuestra dependencia de los mares no deja de crecer. Sin embargo, un nuevo estudio revela que las actividades humanas en el océano están lejos de estar completamente documentadas, lo que plantea serias preocupaciones sobre la sostenibilidad y el impacto ambiental de esta "economía azul".

Más de mil millones de personas dependen del océano como su principal fuente de alimento, y 260 millones trabajan directamente en la pesca marina. Además, alrededor del 80% de los bienes comercializados a nivel mundial se transportan por mar, y casi el 30% del petróleo del mundo se extrae de yacimientos marinos. A estos usos tradicionales se suman nuevas industrias, como la energía eólica marina, la acuicultura y la minería en aguas profundas, que están creciendo rápidamente.

Esta expansión ha dado lugar a una economía azul valorada entre 1,5 y 2,5 billones de dólares, que supera en crecimiento a la economía global en su conjunto. Sin embargo, este desarrollo tiene un costo: un tercio de las poblaciones de peces están siendo explotadas por encima de niveles sostenibles, y entre el 30% y el 50% de los hábitats marinos críticos se han perdido debido a la industrialización humana.

A pesar de su importancia, la actividad humana en el océano no está bien cuantificada. Mientras que en tierra contamos con mapas detallados de carreteras, estructuras y actividades extractivas, en el mar la información es fragmentada y, en muchos casos, inexistente. Muchos buques no transmiten su ubicación o no son detectados por los sistemas de monitoreo públicos, y la información sobre infraestructuras offshore a menudo se mantiene en secreto por razones comerciales o burocráticas.

Los sistemas actuales de seguimiento de buques, como el Sistema de Identificación Automática (AIS), tienen limitaciones significativas. No todos los buques están obligados a usar AIS, y aquellos involucrados en actividades ilícitas a menudo apagan sus transpondedores o manipulan sus ubicaciones. Además, existen "puntos ciegos" en áreas costeras donde la recepción satelital es deficiente. Como resultado, una gran parte de la actividad marítima industrial no es rastreada públicamente.

Para abordar esta brecha de conocimiento, un equipo de investigadores combinó imágenes satelitales, datos de GPS de embarcaciones y modelos de aprendizaje profundo para mapear las actividades de buques industriales y la infraestructura energética en alta mar entre 2017 y 2021. El estudio analizó 2 petabytes de imágenes satelitales, cubriendo más del 15% del océano, donde se concentra más del 75% de la actividad industrial.

Los investigadores diseñaron y entrenaron tres redes neuronales convolucionales profundas para identificar objetos, clasificar infraestructuras offshore (como plataformas petroleras y turbinas eólicas) y distinguir entre buques pesqueros y no pesqueros. Además, compararon 53 mil millones de posiciones GPS de embarcaciones con detecciones satelitales para determinar si un buque estaba siendo rastreado públicamente.

El estudio reveló que entre el 72% y el 76% de los buques pesqueros industriales del mundo no son rastreados públicamente, con una concentración significativa en el sur de Asia, el sudeste de Asia y África. Además, entre el 21% y el 30% de la actividad de buques de transporte y energía no aparece en los sistemas de seguimiento público.

La pandemia de COVID-19 tuvo un impacto notable en la actividad pesquera, que disminuyó un 12% en 2020 y no se había recuperado a niveles prepandémicos en 2021. En contraste, las actividades de transporte y energía se vieron menos afectadas. Por otro lado, la energía eólica marina está creciendo rápidamente, superando en número a las estructuras petroleras en 2021.

Este estudio no solo proporciona una imagen detallada de la industrialización del océano, sino que también destaca la necesidad de un monitoreo más preciso y transparente. Con los datos y la tecnología desarrollados, ahora es posible identificar puntos críticos de actividad potencialmente ilegal, como la pesca no declarada o la invasión de zonas económicas exclusivas (ZEE) de otros países.

Además, estos datos pueden ayudar a cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero del tráfico marítimo y el desarrollo offshore, lo que es crucial para informar políticas de reducción de emisiones. La disminución a largo plazo de la actividad pesquera, en contraste con el crecimiento del transporte y la energía, sugiere que los ecosistemas marinos podrían enfrentar nuevos desafíos en el futuro.

La industrialización del océano es una realidad imparable, pero no tiene por qué ser insostenible. Este estudio subraya la importancia de mejorar la transparencia y el monitoreo de las actividades humanas en el mar. Solo con una comprensión clara de lo que ocurre en nuestras aguas podremos gestionar de manera responsable los recursos oceánicos y proteger los ecosistemas marinos para las generaciones futuras.

La tecnología está aquí, los datos están disponibles, y ahora es el momento de actuar. El océano es un recurso compartido, y su futuro depende de las decisiones que tomemos hoy.


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Referencia: Paolo, F. S., Kroodsma, D., Raynor, J., Hochberg, T., Davis, P., Cleary, J., Marsaglia, L., Orofino, S., Thomas, C., & Halpin, P. (2024). Satellite mapping reveals extensive industrial activity at sea. Nature, 625(7993), 85–91. https://doi.org/10.1038/s41586-023-06825-8

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