Las áreas protegidas mundiales en crisis


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Protected areas by percentage per country
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El mundo enfrenta una crisis silenciosa en la conservación. Un estudio revolucionario publicado en Nature Climate Change revela que más de una cuarta parte de las áreas protegidas terrestres del planeta experimentarán simultáneamente altos niveles de cambio climático y transformaciones del uso del suelo para 2050. Esta investigación, liderada por Ernest F. Asamoah de la Universidad Macquarie, redefine nuestra comprensión sobre la efectividad de las reservas naturales en un mundo que cambia rápidamente.

La investigación expone una realidad alarmante: las especies deberán migrar a velocidades que superan dramáticamente sus capacidades naturales de dispersión para seguir el ritmo del cambio climático. Con implicaciones directas para los compromisos globales de conservación post-2020 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, este estudio marca un punto de inflexión en las estrategias de protección ambiental mundial.

El concepto central de esta investigación es la "velocidad climática": la rapidez con la que las condiciones climáticas se desplazan geográficamente. Los científicos calcularon que, bajo escenarios climáticos moderados, las especies necesitarán migrar a un promedio de 3.1 kilómetros por año durante 2021-2050, incrementándose a 5.4 kilómetros anuales bajo escenarios de altas emisiones.

"Estas velocidades son 140% superiores a la velocidad mediana de dispersión de 493 mamíferos no voladores y 120% más altas que las tasas de migración polar documentadas en aves, insectos y mamíferos", explica el estudio. Para contextualizar esta cifra, significa que un oso negro americano, con una capacidad de dispersión de aproximadamente 1.4 km por año, quedaría completamente rezagado ante el ritmo del cambio climático proyectado.

La metodología innovadora desarrollada por el equipo combina datos de temperatura y precipitación downscaled del proyecto CORDEX con información sobre cambios en el uso del suelo del proyecto LUH2 v.2f. Este enfoque permitió crear el primer mapa global que identifica donde convergen ambas presiones.

El análisis global, que abarcó 218,528 celdas terrestres incluyendo 29,345 dentro de áreas protegidas, revela patrones geográficos preocupantes. Las regiones más vulnerables se concentran en:

  • África occidental y central: Donde ecosistemas tropicales enfrentan presiones duales intensas
  • Norte de Norteamérica: Particularmente en regiones boreales y de transición
  • Amazonia sudamericana: El pulmón del mundo bajo amenaza múltiple
  • Sudeste Asiático: Hotspots de biodiversidad en riesgo crítico

Un hallazgo paradójico emerge del análisis: el 37% adicional de áreas protegidas enfrentará alta velocidad climática pero baja inestabilidad del uso del suelo. Esto sugiere que el cambio climático, más que las presiones humanas directas, será el principal desafío para la conservación en muchas regiones.

Las áreas protegidas costeras muestran un patrón particularmente preocupante, exhibiendo tanto velocidades climáticas altas como mayor inestabilidad del uso del suelo. Este "efecto pinza" podría crear barreras insuperables para las migraciones climáticas necesarias.

No todo son malas noticias. El estudio identifica que 35% de las áreas protegidas pueden experimentar velocidades climáticas relativamente bajas para mediados de siglo. Estas "islas de estabilidad climática" representan refugios potenciales donde los ecosistemas podrían mantener mayor integridad.

Sin embargo, la trampa está en los detalles: 18% de estos refugios climáticos enfrentarán alta inestabilidad del uso del suelo, ubicándose principalmente en Europa oriental, Escandinavia, este de Norteamérica, Sudeste Asiático y África oriental. Esta combinación podría socavar los beneficios de la estabilidad climática relativa.

Las áreas protegidas con categorías de manejo más estrictas (I-II según la UICN) muestran velocidades climáticas significativamente menores, sugiriendo que la intensidad de protección sí marca una diferencia en la resiliencia climática.

Los hallazgos exigen una transformación radical en las estrategias de conservación. El modelo tradicional de "parques como islas" debe evolucionar hacia sistemas dinámicos que anticipen y faciliten el movimiento de especies.

Para el 27% de áreas protegidas en "zonas rojas", los investigadores recomiendan:

  1. Manejo intensivo adaptativo: Intervenciones activas para mantener poblaciones viables
  2. Translocación asistida: Reubicación estratégica de especies hacia hábitats climáticamente adecuados
  3. Corredores de conectividad climática: Diseño de paisajes que faciliten movimientos direccionales específicos

El estudio respalda directamente la Declaración de la ONU sobre Restauración de Ecosistemas (2021-2030), identificando específicamente 350 millones de hectáreas prioritarias donde la restauración puede beneficiar regiones con velocidad climática lenta pero alta inestabilidad del uso del suelo.

Los resultados tienen relevancia particular para América Latina, región que alberga algunos de los ecosistemas más biodiversos del planeta. La Amazonia aparece como una zona de particular preocupación, enfrentando la convergencia de presiones climáticas y de uso del suelo.

Para los países latinoamericanos, esto significa repensar completamente sus sistemas nacionales de áreas protegidas, integrando consideraciones de velocidad climática en la planificación de conservación. Las redes de corredores biológicos, ya implementadas en países como Costa Rica, emergen como modelos potenciales para adaptación regional.

Esta investigación marca el fin de la era de conservación estática y el inicio de la gestión adaptativa climática. La metodología de velocidad climática desarrollada puede aplicarse a escalas nacionales y regionales, proporcionando herramientas concretas para la toma de decisiones.

La conservación del siglo XXI debe ser dinámica, predictiva y fundamentalmente diferente a los enfoques tradicionales. Como concluyen los autores, "la anticipación de los efectos del cambio climático y los cambios en el uso del suelo en los ecosistemas terrestres es crucial para desarrollar sistemas de manejo adaptativo".

El tiempo para la transformación es ahora. Las próximas decisiones en conservación determinarán si las generaciones futuras heredarán un planeta con ecosistemas funcionales o fragmentos aislados de lo que una vez fue la magnificencia natural de la Tierra.


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Biodiversidad

Referencia: Asamoah, E. F., Beaumont, L. J., & Maina, J. M. (2021). Climate and land-use changes reduce the benefits of terrestrial protected areas. Nature Climate Change, 11(12), 1105–1110. https://doi.org/10.1038/s41558-021-01223-2

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