Desde 2015, la Fundación Bill y Melinda Gates ha liderado un movimiento transformador en la publicación académica, impulsando un cambio radical hacia la democratización del conocimiento científico. Su Política de Acceso Abierto (OA), pionera en su momento, no solo buscó romper las barreras económicas que limitan el acceso a investigaciones vitales, sino también desafiar un sistema editorial arraigado en prácticas inequitativas. Hoy, tras una década de avances y aprendizajes, la fundación renueva su compromiso con una visión más audaz: priorizar la equidad global en la difusión del conocimiento.
En 2014, cuando la Fundación Gates anunció su política de OA, el panorama editorial académico era hostil al acceso abierto. Las revistas más prestigiosas operaban bajo modelos de suscripción, relegando investigaciones clave tras muros de pago. Para los beneficiarios de la fundación —científicos y organizaciones enfocados en resolver problemas globales— esto representaba un dilema: publicar en revistas de alto impacto, inaccesibles para muchos, o cumplir con el mandato de compartir sus hallazgos libremente.
La política inicial exigía que todo artículo financiado por la fundación estuviera disponible inmediatamente bajo una licencia Creative Commons (CC BY), permitiendo su reutilización incluso con fines comerciales. Este enfoque no solo priorizó la transparencia, sino que también cuestionó la lógica de un sistema donde el "prestigio" de una revista valía más que el impacto social del conocimiento.
Los primeros años fueron de educación y colaboración. Entre 2015 y 2017, los artículos de acceso abierto financiados por la fundación aumentaron de 986 a 2.000, reflejando un cambio gradual en las prácticas editoriales. Un hito clave fue el lanzamiento de Gates Open Research (GOR) en 2017, una plataforma en asociación con F1000Research que revolucionó la publicación académica al invertir el flujo tradicional: primero se publica, luego se revisa.
GOR demostró ser un modelo rentable (costo de 1,100 por artículo frente a los 2,868 promedio de otras revistas) y eficiente, con controles de calidad rigurosos y datos abiertos integrados. Además, su compromiso con la Declaración de San Francisco (DORA) —que aboga por evaluar la investigación por su mérito, no por el factor de impacto de la revista— marcó un precedente crítico contra la cultura del "publicar o perecer".
En 2018, la fundación se sumó a cOAlition S, una alianza global de financiadores que promueve el Plan S, cuyo objetivo es hacer del acceso abierto la norma en cinco años. Esto implicó estrategias como:
Aunque estas medidas enfrentaron resistencia de editoriales tradicionales —algunas modificaron sus políticas para bloquear el RRS—, sentaron las bases para un cambio cultural. La pandemia de COVID-19, como señaló la fundación, fue un caso de prueba ideal: la liberación temporal de patentes y datos aceleró soluciones, pero también reveló la fragilidad de los avances en OA cuando los muros de pago regresaron.
Una década de trabajo dejó claras varias lecciones:
La actualización de la política para 2025 marca un giro radical:
¿Por qué los preprints?
Aunque el acceso abierto ha ganado terreno —casi todas las revistas ahora ofrecen opciones OA—, el sistema sigue fragmentado. La fundación apuesta ahora por:
La política de OA de la Fundación Gates no es solo un mandato técnico: es un llamado a reimaginar la ciencia como un bien común. Al priorizar preprints, abandonar los APC y desafiar estructuras de poder editorial, la fundación busca catalizar un ecosistema donde el conocimiento salve vidas, no enriquezca a unos pocos. Como señalan, el acceso abierto es solo un hito en el camino hacia prácticas científicas verdaderamente abiertas, colaborativas y justas. El reto ahora es escalar esta visión, asegurando que cada avance científico beneficie a quienes más lo necesitan.
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Referencia: Farley, A. (2025). A decade of open access policy at the Gates Foundation based on experimentation, evidence and evolution. Insights, 38. https://doi.org/10.1629/uksg.690